Corría el año 1890, cerca de una pequeña ciudad polaca, vivía Dor Stokwicz en su casa de campo. Solo. Nunca le había interesado estar en pareja.
Su casa era realmente grande. No tenía vecinos, estaba solo en cientos de kilómetros a la redonda.
Pero una noche, algo extraño sucedió.
Se sirvió algo de licor, prendió la chimenea y se sentó en su sillón frente a ella.
Siempre hacía eso a esa hora: se sentaba, y se ponía a leer un libro.
Pero esa noche, algo extraño sucedió.
Estaba por tomar el libro que estaba en la mesa cuando escucho un golpe, como si fuera algo que se había caído al piso. Se dio vuelta pero no había nadie mas que el.
Se sentó y luego de tomar un poco de licor, comenzó a leer.
El fuego lo iluminaba y le daba calor en esa noche fría.
Luego de algunos minutos de leer, se quedó dormido con la cabeza apoyada sobre su hombro. Soltó el libro, el vaso y se sumió en el mundo de los sueños.
Las pesadillas.
Estaba en su casa, otra vez, vestido igual que en la vida real, con el mismo vaso de licor que había tomado antes. No se percataba de todas las similitudes que había, nadie en los sueños se da cuenta cuando algo puede ser verdad o no.
Se sentó en el sillón, pero antes de comenzar a leer algo lo alertó.
Se escuchó un golpe fuerte en el piso.
Se dio vuelta y se encontró con la imagen más terrorífica que vio en su vida: la cabeza de la cebra que tenía embalsamada en un marco en la pared, comenzaba a salir, a escaparse. Primero se movió un poco, y luego comenzó a salirse del marco, al cabo de algunos segundos estaba todo el animal en el suelo, ¡con vida!
Dor se asustó, pero no sabía que hacer, si corría lo iba a perseguir. Trató de irse despacio hacia otra habitación.
La cebra estaba caminando lentamente por la casa, olfateando el suelo.
Cuando Dor estaba por cruzar la puerta se dio vuelta y se encontró con el ciervo que estaba en su pared, que también cobró vida.
De la misma forma que la cebra: primero la cabeza, luego el cuerpo y al final estaba con vida, merodeando por la casa.
Dor estaba aterrado, no tenía idea de por qué sucedía esto.
Pero a los pocos minutos, todos sus trofeos de caza, todos sus animales cobraron vida, y escaparon. Era una especie de venganza pacífica. Simplemente querían recuperar su libertad. Así todos, la cebra, el ciervo, la lechuza, el cocodrilo, el toro, el búfalo, ¡todos, todos cobraron vida y escaparon!
Dor se quedó sentado en el suelo, en un rincón, tratando de no moverse, con miedo observando como sus animales se iban de su casa, mientras rompían las flores que había en su jardín para luego desaparecer en el bosque.
Se despertó.
Frotándose los ojos, y sin entender nada vio a su alrededor para comprobar si todo estaba en su lugar. Pero no era así.
Los marcos en los que antes había cabezas de animales embalsamados, en los que antes había trofeos de caza, ahora estaban vacíos. Todo había sucedido en realidad.
Tal como en su sueño.
Tal como en su pesadilla.