martes, 3 de mayo de 2011

Los Animales

Corría el año 1890, cerca de una pequeña ciudad polaca, vivía Dor Stokwicz en su casa de campo. Solo. Nunca le había interesado estar en pareja.
Su casa era realmente grande. No tenía vecinos, estaba solo en cientos de kilómetros a la redonda.
Pero una noche, algo extraño sucedió.
Se sirvió algo de licor, prendió la chimenea y se sentó en su sillón frente a ella.
Siempre hacía eso a esa hora: se sentaba, y se ponía a leer un libro.
Pero esa noche, algo extraño sucedió.
Estaba por tomar el libro que estaba en la mesa cuando escucho un golpe, como si fuera algo que se había caído al piso. Se dio vuelta pero no había nadie mas que el.
Se sentó y luego de tomar un poco de licor, comenzó a leer.
El fuego lo iluminaba y le daba calor en esa noche fría.
Luego de algunos minutos de leer, se quedó dormido con la cabeza apoyada sobre su hombro. Soltó el libro, el vaso y se sumió en el mundo de los sueños.
Las pesadillas.
Estaba en su casa, otra vez, vestido igual que en la vida real, con el mismo vaso de licor que había tomado antes. No se percataba de todas las similitudes que había, nadie en los sueños se da cuenta cuando algo puede ser verdad o no.
Se sentó en el sillón, pero antes de comenzar a leer algo lo alertó.
Se escuchó un golpe fuerte en el piso.
Se dio vuelta y se encontró con la imagen más terrorífica que vio en su vida: la cabeza de la cebra que tenía embalsamada en un marco en la pared, comenzaba a salir, a escaparse. Primero se movió un poco, y luego comenzó a salirse del marco, al cabo de algunos segundos estaba todo el animal en el suelo, ¡con vida!
Dor se asustó, pero no sabía que hacer, si corría lo iba a perseguir. Trató de irse despacio hacia otra habitación.
La cebra estaba caminando lentamente por la casa, olfateando el suelo.
Cuando Dor estaba por cruzar la puerta se dio vuelta y se encontró con el ciervo que estaba en su pared, que también cobró vida.
De la misma forma que la cebra: primero la cabeza, luego el cuerpo y al final estaba con vida, merodeando por la casa.
Dor estaba aterrado, no tenía idea de por qué sucedía esto.
Pero a los pocos minutos, todos sus trofeos de caza, todos sus animales cobraron vida, y escaparon. Era una especie de venganza pacífica. Simplemente querían recuperar su libertad. Así todos, la cebra, el ciervo, la lechuza, el cocodrilo, el toro, el búfalo, ¡todos, todos cobraron vida y escaparon!
Dor se quedó sentado en el suelo, en un rincón, tratando de no moverse, con miedo observando como sus animales se iban de su casa, mientras rompían las flores que había en su jardín para luego desaparecer en el bosque.
Se despertó.
Frotándose los ojos, y sin entender nada vio a su alrededor para comprobar si todo estaba en su lugar. Pero no era así.
Los marcos en los que antes había cabezas de animales embalsamados, en los que antes había trofeos de caza, ahora estaban vacíos. Todo había sucedido en realidad.
Tal como en su sueño.
Tal como en su pesadilla.

miércoles, 27 de abril de 2011

La Posada

Una de mis historias preferidas.





Son solo fotos.









-          Doctor Lecter, ¿que es ese extraño plato de aspecto tan suculento?
- Si se lo dijera, me temo que no lo probarían.

HANNIBAL













La Llegada


Llegaron a la posada justo antes de que anochezca.
Brian y Clourie estaban en su luna de miel. Y habían recibido buenas críticas sobre una posada/granja para viajeros y parejas jóvenes.
Atravesaron el puente que cortaba un pequeño río y llegaron al patio de la casa.
Allí, un joven alto y con barba los atendió.
Era Kol, el hermano del dueño de la posada.
-         ¿Habitación para dos? – preguntó, con tono de incertidumbre.
-         Sí, por supuesto. – dijo Brian asombrado por la pregunta, que al parecer era obvia su respuesta.
-         ¿Arriba o acá?
-         Disculpe, ¿a que se refiere?, no entiendo.
-         Habitación… ¿Arriba o acá?
-         Ya entendí, arriba, sí, arriba será mejor.
-         ¿Tienen dinero? – y cuando preguntó esto, el dueño de la casa salió de la oscuridad irrumpiendo. – Kol, esas cosas no se preguntan. Disculpen a mi hermano, es muy tímido. Por favor, síganme, les mostraré el lugar. Por aquí, vengan. – El dueño de la casa y hermano de Kol era bastante más alto que éste. No tenía barba, y usaba anteojos para leer. – Esta casa fue construida hace ya doscientos años. Nunca tuvimos que remodelarla, está en buen estado, y pienso que va a seguir así por mucho más tiempo. Vean las maderas, van a notar su antigüedad.
-         Sí, acá se ve. Es preciosa. – dijo Clourie. Ella era una estudiante de medicina, tenía veinticinco años, y tenía pelo castaño claro. Brian en cambio, tenía pelo negro, y un rastro de barba. Trabajaba en una oficina.
-         ¿Qué es esto? – dijo Brian apuntando con su dedo a una foto que había en la pared.
-         Oh, eso… esos son mis familiares, toda mi familia está en esa foto. – respondió con miedo John.
-         Pero ustedes, no están aquí.
-         Es que nosotros sacamos la foto, por eso. Vengan, no perdamos tiempo en una simple foto. – dijo, apurándolos.
Clourie miró con curiosidad a Brian, le intentó decir algo, pero los interrumpió John contándoles sobre las cañerías de la posada.
La foto era de varias personas, todas mirando a cámara, sentados en un gran salón, con copas y habanos en sus manos. Había desde ancianos, hasta bebés.
Brian y Clourie sabían que no eran los familiares de John y Kol los que estaban en esa imagen, estaban seguros.
Fueron al exterior de la casa, a la granja y John les mostró el ganado.
-         Tenemos desde vacas y caballos, hasta cerdos y ovejas.
-         Que lindos, siempre me gustaron las vacas. – dijo Clourie
-         Su familia también era de campo, por eso. – le aclaro Brian a John.
-         Una granjera, que interesante. Vengan, les mostraré la cocina.
En el camino, Clourie se detuvo en otra foto colgada en la pared. Esta era de la casa por fuera. Pero ella veía algo más en la imagen, se sentía atraída a ella por algo más. Brian le captó la atención y le preguntó - ¿Qué pasa, estas bien?
-         Esta foto, ¿no ves? – le dijo Clourie nerviosa.
-         No, no veo. ¿Qué tiene?
-         Mira las ventanas, ¿no ves eso? – Brian se acercó, pero no pudo ver nada.
-         ¡¿No ves esa sombra allí?! – gritó impaciente Clourie. John se detuvo y se dio cuenta de que se habían quedado más atrás, volvió a ellos y les dijo: - ¿Vienen?
-         Sí, vamos Clourie, es solamente una foto. Ven – y siguieron a John, tomados de las manos.
-         Esta cocina está preparada para recibir hasta veinte personas. – en realidad era para mucho menos, era bastante chica. Pero estaba bien para una posada tan pequeña.
-         Veo que no tienen horno, ni microondas. – dijo Brian
-         No, claro que no. ¿Cuándo viste una casa de campo con microondas? – le dijo John seriamente.
-         Tienes razón.
Recorrieron toda la casa, y todo el piso superior, donde se alojarían ellos durante esas tres noches.
-         Muy bien, esta será su habitación. Mañana los vendré a despertar a la mañana para recorrer la granja juntos. El baño está allí, y cuando quieran pueden pedirle a Kol que les cocine algo, o si quieren, pueden hacerlo ustedes mismos. Es tarde ya, y me imagino que quieren descansar. Así que no los molesto más. Buenas noches. – dijo John y cerró la puerta de la habitación.
-         Por fin nos sentamos. – dijo Clourie riéndose.
-         ¿Estas bien, que pasaba antes?
-         No, no estoy bien. No se, sentía algo cuando vi todos esos cuadros y fotos. Algo no estaba bien. ¿En serio no viste esa sombra?
-         No había ninguna sombra, ¿de que era? – le preguntó con intriga Brian.
-         Era de una persona, creo que tenía un cuchillo o algo en la mano, la estaba levantando. No se quién era, pero se parecía al chico que nos atendió.
-         Kol.
-         Sí, exacto, Kol. Tenía su forma. No se, quizá fue por el cansancio, pero estoy seguro de que el estaba en ese cuadro de la posada hace cincuenta años.
-         Pero, Clourie, sabes que eso es imposible. El chico no debe tener más de veinte años.
-         Sí, lo sé. Pero también se que eso fue lo que vi. No estoy loca, tengo miedo Brian.
-         No tienes que tener miedo. Son solo fotos. Son cosas materiales, sin vida.
-         Vamos a comer algo, eso nos va a relajar, y luego podremos dormir juntos si quieres, vamos.











La Primera Noche



-         ¿Podrías cocinarnos Kol?, tu hermano dijo que podíamos pedirte si queríamos algo.
-         ¿Comida, que?
-         Podría ser algo de carne.
-         Carne, ahora les llevo. Media hora.
-         Está bien, gracias Kol, la esperamos en la mesa.
-         Que extraño, estaba seguro de que no sabría cocinar. – dijo Brian mientras se reía con su esposa.
-         Cállate tonto.
-         Mira ese cuadro, ese si es extraño. – dijo Brian, y los dos se acercaron.
-         ¿Qué es?, no lo quiero ver.
-         Parece ser, John junto a Kol, y alguien más. Pero no distingo que están haciendo, o que le están haciendo a esa persona.
-         ¿Cómo haciendo, a que te refieres?
-         Pareciera como si lo estuvieran… tortur-
-         ¡¿Vienen o no?! – dijo interrumpiendo justo a tiempo Kol.
-         ¿Qué, ya pasó media hora? –
-         No, hice más rápido. Tomó menos tiempo. Vengan, comer. – dijo Kol dejando los platos sobre la mesa. Y él se había dado cuenta de lo que estaban observando, y decidió quedarse sentado a pocos metros de ellos, en una silla mirando hacia la ventana.
-         Gracias, está, rico. – dijo Brian, haciéndole un gesto de asco a su esposa.
-         Gracias. – le respondió Kol, mientras miraba el cielo nocturno. Allí, en el campo, se podían ver todas las estrellas que uno se podía imaginar. Era precioso.
-         ¿Qué carne es esta, no la reconozco? – le preguntó Clourie al cocinero.
-         Carne especial. Secreto, no voy a revelarlo. Receta familia.
-         Ah, es una receta familiar, ya lo entendí.
Luego de comer subieron y se quedaron en su habitación. Estaban cansados de caminar, de manejar, y de cargar sus pesados bolsos. Lo único que querían era dormir tranquilos.
-         Creo que es la única habitación en la que estoy tranquila. – mencionó Clourie
-         ¿Por que dices eso?
-         Porque me siento así, aquí no hay cuadros extraños, ni nada por el estilo que me impaciente.
-         ¿Todavía sigues con eso?, ya te dije que eran fotos simplemente.
-         Lo sé, lo sé, pero no puedo evitar tenerles miedo. Sabes que además soy muy supersticiosa.
-         Sí, cariño, lo sé. Tratemos de dormir, mañana estaremos mejor, y esto no dejará de molestarnos. Buenas noches. – y le besó la mejilla.
-         Eso espero, buenas noches cariño.
A los pocos minutos de haberse dormido, Brian escuchó un gimoteo, o un aullido. Se levantó de la cama, pero se dio cuenta de que no provenía de un lobo, o de una vaca, ni siquiera provenía de un animal. Sintió que venía de una persona, de John o Kol.
Salió al pasillo y le tocó la puerta a John.
Tras no recibir respuesta y seguir escuchando el aullido se acercó, golpeó más fuerte la puerta y ésta se abrió lentamente, adentro estaba oscuro. Y la luz de la Luna a través de la ventana iluminaba a John sentado mirando hacia allí.
Parecía un cuadro, una foto.
-         Disculpa, John, pero no puedo dormir. Estoy escuchando ruidos, ¿tú no los escuchas?
-         Es Kol. No puede dormir bien desde, bueno, no importa desde cuando, pero no puede dormir bien.
-         ¿Desde cuando?, dime, quiero saber. – le insistió Brian
-         Desde la tormenta.
-         ¿Qué tormenta?
-         ¿Cómo que tormenta?, tú sabes que tormenta. Esa tormenta.
-         No, no se, ¿Cuál?
-         No te lo diré, yo se que tu sabes que tormenta. No soy tonto. En fin, desde esa noche no duerme bien, y a veces hace esos ruidos extraños mientras trata de dormir. Son pesadillas que él tiene. Por favor, si me permites, quiero tener privacidad, mañana los despertaré temprano, así que por favor duérmete como hizo Clourie, ¿quieres?
-         Está bien, buenas noches John y que descanses. – le dijo Brian y se retiró hacia su habitación para tratar de dormir.
Entró a su habitación y luego de despertar a su esposa le mencionó: - Oye, ¿no escuchabas esos aullidos?
-         ¿Qué, cuales aullidos Brian? – dijo Clourie medio dormida medio despierta.
-         Esos, escucha. Fui a hablar con John y me dijo que los hacía Kol cuando tenía pesadillas. Que no ha podido dormir bien desde la tormenta. No entendí.
-         ¿Cuál tormenta?
-         ¡Exacto, eso mismo le pregunté yo!, pero me respondió que no me hiciera el tonto, que yo sabía cual tormenta. Y realmente no sé cual. Algo me preocupa de toda esta casa, de estas dos personas, singulares diría yo. Hay un secreto en esta casa, hay algo muy extraño aquí.
-         ¿Ahora entiendes lo que sentía yo?
-         Sí, claro que sí. Mañana le preguntaré a John a que tormenta se refería, ahora tratemos de dormir, aprovechemos que el aullido se ha detenido. – dijo riéndose, y se volvieron a dormir.









Las Huellas



-         ¡ARRIBA, VAMOS, ES HORA DE DESPERTARSE, EL DESAYUNO ESTÁ PREPARADO Y EN UNA HORA SALIMOS, VAMOS, ARRIBA! – dijo John con entusiasmo y golpeando una cacerola.
-         ¿Qué demonios, en que año estamos? – le dijo riéndose Brian a Clourie
-         No lo sé, pero seguro que no en el mismo que el nuestro.
-         Vamos, quiero ver la granja, levantémonos.
Bajaron hacia el comedor y allí estaba listo el desayuno, había jugo de naranja, tostadas, mermeladas, huevos, tocino y frutas.
Brian y Clourie tomaron dos vasos de jugo y comieron una manzana cada uno.
La expresión de Kol al notar que solo iban a comer esto tras poner una mesa tan variada fue de enojo.
-         ¿Están listos para la mejor excursión sobre granjas que van a recibir en sus vidas? – dijo John bajando las escaleras con una pala y un sombrero de paja.
-         Sí. – dijo con vehemencia Clourie, ella había vivido toda una infancia dedicada al campo, sabía absolutamente todo lo que les iba a explicar John esta mañana, pero había algo que iba a descubrir que nunca antes había imaginado ni sentido.
-         ¿Vamos?
-         Vamos.
Afuera hacia mucho calor, eran las ocho de la mañana y hacían cerca de treinta grados.
Se alejaron de la casa unos cientos de metros hacía el centro del sembrado de maíz y girasol.
-         Muy bien, lo que vamos a hacer es cavar un agujero de algunos metros de diámetro y lo bastante profundo para que pueda crecer una planta en éste. ¿Entendieron?
-         Está bien.
No era la clase de excursión que tenían en mente Brian y Clourie, ni mucho menos la luna de miel soñada, pero era lo que había.
-         Yo voy a ir a buscar algo que me olvide a la posada, cuando vuelva espero que hayan terminado el agujero.
Cuando se alejó lo suficiente, Brian soltó la pala y le dijo a Clourie: - ¡Esto es una porquería!, ahora cuando vuelva, le diré que no quiero hacer esto, que prefiero descansar. – pero John no volvió, pasaron varias horas y no había noticia de John.
-         Estoy harto de esperar, ¿Dónde está? – le preguntó Brian a su esposa que jugaba con una hoja sentada en el suelo.
-         No lo sé, no tengo idea. Mira, además se está nublando, espero que no vaya a llover, no me gustaría desperdiciar estos días al menos.
-         Tranquila, no va a llover, son nubes pasajeras. – a los pocos minutos la lluvia había comenzado con voracidad y Brian y Clourie estaban corriendo hacia la casa.
Fueron por un camino diferente, uno que parecía un atajo. Antes de llegar a la posada se encontraron con un pequeño cubículo de madera, en la puerta estaba escrito DEPÓSITO, entraron en este ya que la puerta estaba medio abierta y les serviría como refugio de la lluvia.
Era muy pequeño, pero adentro no estaba vacío.
Estaban apretados y Brian quiso hacer lugar corriendo algunas bolsas, se encontró con bolsas de plástico con lo que parecía carne cruda adentro.
-         Oh, mira, son las reservas secretas de la carne, para la receta familiar. – dijo Brian riéndose, dio vuelta la bolsa para leer de que animal eran y gritó al leer de que eran.
Decía:
CARNE HUMANA
¡no tocar!
propiedad Kol

-         ¡No, no es posible, no puede ser, no es posible – repetía Brian, tirado en el suelo, mojado.
-         ¡¿Qué, que decía esa bolsa?! – le preguntó Clourie.
-         ¡ES CARNE HUMANA! – le contestó su esposo aterrado.
-         No, no puede ser, estas personas no son caníbales. ¿Verdad Brian, verdad?
-         No lo sé, pero estoy seguro de que esto fue lo que comimos ayer, ¡no es posible!
-         Quiero irme de acá, quiero irme, en serio.
-         Yo también, vamos a la casa, tomemos nuestras cosas y vayámonos de aquí, no quiero quedarme más tiempo acá, junto a estos dos locos.
-         ¡¿QUIÉN ES LOCO?! – dijo John desde la puerta, estaba debajo de la lluvia, se distinguía la sombra de él goteando.
Brian y su esposa gritaron muy fuerte.
-         ¿Qué hacen estas bolsas acá, por que comen humanos? – le gritó Brian
-         Ah, eso. Es nuestra receta familiar secreta. Aunque… ahora ya no es un secreto.
-         ¿Eso es lo que nos dieron anoche, fue eso?
-         Exactamente, ¿acaso no estaba rico, no les gustó?
-         ¡Claro que no, era carne humana!
-         ¿De donde sacaron esos humanos? – preguntó Clourie tímidamente, temía la respuesta obvia, y se la imaginaba muy bien.
-         Tú sabes de dónde. Ahora saben el secreto, no pueden saberlo, no pueden difundir el secreto de la receta familiar, claro que no.
-         ¡No le diremos nada a nadie, en serio, déjenos ir, por favor!
-         Temo que no puedo hacerlo, no quiero que revelen la receta…
-         ¡¡No revelaremos la estúpida receta!! – gritó Clourie
-         Kol, ven aquí. – y allí estaba su hermano, con un hacha en su mano y se la alcanzó a John.
-         Espera, ¿Qué vas a hacer con esa hacha?, espera, ten cuidado, ¡por favor! – gritaron los dos juntos.
-         Han llegado muy lejos, habrían disfrutado de la posada, es realmente preciosa, ya es tarde. Ayer fue muy tarde ya cuando me preguntaste sobre la tormenta, los pude haber asesinado ayer mismo, pero intuía que no lo arruinarían otra vez. Me equivoqué. No me equivocaré de vuelta, estoy seguro de eso.
-         ¿Cómo nos encontraste? – le preguntó Brian con mucho miedo.
-         De dos formas, primero, es obvio que iban a llegar aquí. Todos lo hacen. Todos termina igual. La curiosidad mató al gato dicen, ¿no? Y segundo, por las huellas. El maíz es muy frágil, y más aún con la lluvia, simplemente los tuve que seguir hasta aquí.
-         Por esto nos hiciste venir aquí un día de lluvia, e irte a la posada en medio de la excursión, confiabas en que iba a pasar esto, ¿verdad?
-         Muy inteligente Clourie, lástima que tu cerebro no te haya previsto de esto.
-         ¡Espera, por favor, tiene que haber una forma de que nos dejes vivir!
-         Lo siento, ustedes y yo sabemos que no hay ninguna. Se acerca la tormenta, es necesario que hagamos esto antes de que se ponga peor el clima. Ustedes me entienden.
-         ¡No, y no entendí ayer tampoco!, ¿de que tormenta hablaba?
-         ¡Del Soul Kol!, es cuando Kol hace su… trabajo y prepara la comida para el resto de los días.
-         ¡¿Kol nos va a matar?! – gritó Brian
-         No, claro que no. Ustedes se van a matar por sí solos.
-         ¡¿Qué, que quiere decirnos con eso?!
-         Ustedes me entendieron, no son tontos. Kol, todo tuyo. – y John se apartó y se fue caminando hacia la posada entre la lluvia y la tormenta por venir.
-         ¡Kol, espera, no hagas esto!
-         Kol tiene que. Kol, no querer. Pero hermano obligar.
-         ¡Te ayudaremos Kol, suelta esa hacha y vayamos a la casa, te ayudaremos a defenderte de John! – le gritó Clourie
-         No, no, no, no…
-         Vamos, Kol, vayamos hacia la casa, te ayudaremos.
-         Bueno, vamos.
Fueron corriendo entre el sembrado y entraron a la casa, Brian tenía el hacha en la mano y estaba buscando junto a Kol a su hermano John.
-         ¡Está arriba, suban!
Brian subió corriendo las escaleras y encontró a John en su habitación.
-         Este es tu fin, maldito demente. – le dijo Brian en la puerta con el hacha en la mano.
-         ¿Qué haces con eso aquí, no te mató mi hermano?
-         El está de mi lado ahora, maldito infeliz. No dejaré que lo sigas usando para tus crímenes, no más.
-         - ¡MALDITO! – gritó Brian mientras corría con el hacha hacía John. Se la clavó en el pecho y dejó que se desplomará sobre el suelo, mientras la sangre corría por las ranuras del suelo.
Bajó las escaleras y le dijo a su esposa y a Kol: - Lo hice, pude terminar con él. –
Pero Kol en ese momento empujó a Clourie y corrió hacía Brian, éste se agachó y luego comenzó a golpear a Kol. Corrió a la cocina, buscó un cuchillo y se lo clavó antes de que Kol lo lastimara primero.
Brian y Clourie se abrazaron abatidos, mientras la tormenta se alejaba.
Llamaron a la policía y llegó en dos horas.
Luego de dos meses Clourie habló con su hermana para planificar las vacaciones de ella.
-         ¿Y la posada a la que fuiste tú, no era linda, como para ir con mi hijo y Tom?
-         ¡Aléjate de ese lugar!
-         Bueno, lo entiendo, pero no tienes que gritar. ¿No era linda, o que?
-         No, no, simplemente no quiero que vayas. ¿Me harías ese favor?
-         Está bien, no iré, a menos que no encuentre un lugar mejor. – dijo su hermana riéndose. – tengo que irme,  hablamos luego.
-         ¡No!, no Vi… ¡demonios! – había colgado.
-         ¿Qué pasa, escuche tus gritos desde arriba? – le preguntó Brian.
-         Mi hermana quiere ir a la posada, y le decía que no vaya, pero no me escuchó.
-         Tranquila, no va a ir a ese lugar. Tu hermana es inteligente, encontrará cien lugares mejores. Vamos a comer, preparé la cena.
Al día siguiente al llegar a la facultad se dio cuenta de que se había olvidado el celular, trató de comunicarse con Brian para que se lo alcanzase, pero no pudo.
-         Tranquila Clourie, no pasará nada, ponte el delantal y entra al aula, vamos. – le dijo su profesor al ver la búsqueda de su estudiante.
-         No, usted no entiende, tengo que hacer una llamada importante, por favor.
-         No hará ninguna llamada, ahora es hora de mi clase, puede hablar todo lo que quiera cuando llegue a su casa más tarde
Al llegar a su casa subió corriendo las escaleras y encontró su celular sobre la mesa de luz, había tres llamadas perdidas y un mensaje de texto que le informaba:

Clo, me fui a la posada a ver que tan linda es. No encontré nada mejor.
Cuídate, y cuida de Brian. Nos vemos en una semana.
¡Ah!, y no trates de comunicarte conmigo ni con Tom, dejamos los teléfonos en casa. Queremos tener paz por unos días.
Hasta luego J